El ex ministro lo puso en marcha. La previsión era albergar a tres millones de usuarios al año, pero no llegó a 100.000
Una inversión que sobrepasó los mil millones de euros. Cuatro años de obras. Una de las pistas de aterrizaje más largas de toda Europa. Veintiocho mil metros cuadrados. Capacidad para tres millones de viajeros al año. Todo ello tirado por la borda. El faraónico aeropuerto de Ciudad Real que puso en marcha José Bono cuando era presidente de la Junta de Castilla-La Mancha y cuya construcción completó su sucesor, José María Barreda, cerró ayer definitivamente. Un gigantesco caso de despilfarro de los socialistas.
Lo acontecido ayer es sólo el broche final del lamentable discurrir de este aeródromo. Los datos son demoledores. Desde diciembre de 2008, cuando se inauguró, hasta el pasado verano, cuando el aeropuerto ya agonizaba, pasaron por sus mastodónticas instalaciones algo más de 100.000 usuarios. Una cifra reveladora, dado que las previsiones –evidentemente erróneas– del PSOE eran que utilizasen la infraestructura hasta tres millones de viajeros cada año. Además, buena parte de la financiación de las obras (en torno al 40%) corrió a cargo de Caja Castilla-La Mancha, que, como se sabe, acabó intervenida por el Banco de España. Sin embargo, durante su construcción y tiempo en funcionamiento tanto Bono como Barreda defendieron la necesidad del aeropuerto. El tiempo les ha puesto en su sitio.
La Gaceta
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