Minuto Digital
PUBLICADO 28 febrero, 2012
España entona de nuevo, y sin vergüenza, el “Gibraltar español”, tal y como avanzaba el programa electoral del Partido Popular (PP). Desde que Mariano Rajoy llegó a La Moncloa, el debate sobre el Peñón ha recuperado viveza.
La llegada a Exteriores de José Manuel García-Margallo marca este punto de inflexión: el nuevo ministro quiere terminar con “la broma” y, precisamente, usó la chanza humorística para excavar su trinchera. En concreto, el titular del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación saludó a mediados de enero a un eurodiputado británico con un jocoso ‘Gibraltar español’, cuando el parlamentario se aproximó para felicitarle por su nombramiento.El jefe de la diplomacia española dejaba entrever así sus intenciones. De hecho, Rajoy y su equipo luchan por reanudar las negociaciones con el Reino Unido sobre la soberanía de Gibraltar, ahora gobernado por la izquierda de Fabian Picardo.
Poco después de tomar posesión, Picardo acudió a Londres para entrevistarse con el ministro británico para Europa, David Lidington, en la sede del Foreign Office. Al término del encuentro, las noticias no podían ser menos halagüeñas para España: Lidington había “reafirmado una vez más que el Reino Unido no entrará en un proceso de negociaciones sobre soberanía sin” el “consentimiento” de los gibraltareños.
Ese mismo 26 de enero, García-Margallo mandó una carta a Londres para señalar que se contravenían así los tratados internacionales.
La diplomacia española redobló entonces esfuerzos: había que sentar en la mesa a los mandatarios británicos. Así, España propuso ampliar el formato del Foro de Diálogo sobre Gibraltar a representantes de las “autoridades regionales españolas” al tiempo que ha vuelto a pedir a Londres reabrir el diálogo sobre cuestiones de soberanía.
“Dos banderas y tres voces”
El Ejecutivo español se queja de que Londres no quiere negociar. De hecho, el Tratado de Utrecht (1713) permite reclamar sin reservas una negociación “sin ninguna limitación de contenidos” y sin que la colonia se meta.
Además, en 1984 España y el Reino Unido acordaron el Pacto de Bruselas, con el fin de resolver la cuestión del dominio del Peñón bajo la fórmula de “dos banderas, tres voces”.
De acuerdo con este formato, se tendría en cuenta la opinión de las autoridades gibraltareñas, pero la decisión final correspondería a los Gobiernos español y británico. “Se habla de Estado a Estado”, ya avisó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Esa vía de diálogo se interrumpió en julio de 2002, cuando el Ejecutivo de José María Aznar estuvo a punto de cerrar un pacto con Londres para compartir la soberanía de la colonia.
El PSOE optó por dejar a un lado la negociación bilateral cuando llegó al poder y se inclinó por crear el Foro de Diálogo, en el que han participado al mismo nivel España, Reino Unido y Gibraltar con el propósito de poner en práctica medidas en favor de la población de un lado y otro de la verja.
Los tratados, las personas
Rajoy, en cambio, quiere atrincherarse en las “dos banderas”. El presidente español viajó a Londres la semana pasada para hablar de la crisis con su homólogo, David Cameron. Rajoy, en cualquier caso, volvió a sacar el tema de Gibraltar, pero no logró ninguna concesión sobre la zona.
En su primera entrevista bilateral, Cameron reitera ante Rajoy que no negociará sobre Gibraltar sin contar con sus habitantes. Los habitantes del Peñón, con Picardo a la cabeza, se apresuraron a dar por “muerto y enterrado” el diálogo y, este mismo martes, el embajador del Reino Unido en España, Giles Paxman, ha recalcado que Gibraltar no pasará a estar bajo soberanía española sin la celebración previa de un referéndum.
Pero Margallo no se rinde y confía en que la próxima asamblea general de la ONU debata los conflictos de Gibraltar y las Malvinas y exprese su apoyo a una negociación.
El ministro también ha señalado que España comunicará por escrito este miércoles al Reino Unido su rechazo a que los gibraltareños tengan derecho de veto sobre un eventual inicio de negociaciones. Será en respuesta a una carta enviada hace tres años por el ministro británico Jack Straw y nunca respondida por su antecesor en el cargo, Miguel Ángel Moratinos.
La postura oficial española es “no retroceder, como diría el comandante Castro, ni para tomar impulso”.
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