Este domingo se cumplen 115 años del inicio de las revueltas en Baler, localidad filipina donde el "cascorro conquense" estaba destinado como soldado
Por vocesdecuenca.es
Este domingo se cumplen 115 años del sitio a la iglesia de Baler en Filipinas. Un puñado de heroicos soldados, entre los que se encontraba el conquense Gregorio Catalán Valero, resistió el asedio de la población tagala durante un año para defender el último reducto de España en la isla. El soldado español aguantaba junto a 32 compañeros todo un año para acabar rindiéndose y regresando a la patria, donde poco después fallecería por tuberculosis.
Catalán Valero había nacido en Osa de la Vega en 1876. Ocupado en las labores agrícolas con su familia, de joven fue requerido a prestar Servicio Militar en Filipinas. Justo cuando la insurrección tagala se movilizaba para la independencia de la dominación española. Los primeros intentos son atajados, pero los filipinos no tardaron en volver a organizarse. El soldado conquense es destinado a un pueblo llamado Baler, que era la cabeza del distrito del Príncipe, en Luzón. Un territorio fértil, de clima cálido y húmedo, que poco tenía que ver con La Mancha conquense.
El gesto heroico de Catalán
Cincuenta y tres hombres componen la pequeña guarnición española en Baler, cuando la insurrección tagala vuelve a atacar. La iglesia es convertida en fuerte y allí se trasladan alimentos, municiones y medicinas para resistir el asedio. Tras varios asaltos en las siguiente fechas y en todo el mes de julio, el capitán urde un plan para que un voluntario salga del fuerte y queme de noche las casas de cañas y adobe que están situadas junto a la iglesia. El elegido es el conquense, que ha sido uno de los voluntarios y según dicen las crónicas es el indicado por poseer buenos brazos, habilidad y prudencia. Catalán, al que apodan “el cascorro conquense”, escribe a su familia, prepara unos recuerdos y toma la estampa de la Virgen Santísima de la que es devoto, y se dispone a cumplir con la misión.
El valeroso conquense sale decidido a quemar las viviendas con una lata de gasolina y un paquete de cerillas. Tras quemar las chozas, el soldado es sorprendido por una lluvia de balas que milagrosamente no le alcanza.
El invierno se cobra la vida de muchos soldados y deja enfermos al resto
Los héroes de Baler resistirán varios asedios en los meses siguientes. El problemas es que los alimentos y las medicinas empiezan a escasear y las bajas empiezan a hacer notar. Llega la Navidad y los refuerzos se hacen esperar, así que deciden atacar un depósito de los insurrectos y tras lograrlo, consiguen pasar el invierno.
Con la llegada de la primavera, los filipinos ondean la bandera blanca para parlamentar, trasladando al capitán y a los soldados valerosos que las islas ya no pertenecen a España. Ante la negativa de abandonar la iglesia de Baler, los tagalos repetirán las entrevistas mostrando periódicos de España para demostrar la independencia filipina.
Los 33 soldados, entre los que se encuentra Gregorio Catalán Valero, terminan por rendirse. Son esqueletos andantes a causa del hambre y de la penalidades, que reciben el reconocimiento y respeto del poblado filipino . Un barco español recogerá a los soldados enfermos para llevarlos de nuevo a España. El “cascorro conquense” regresará a Osa de la Vega para morir dos años más tarde, a causa de una tuberculosis contraída en Filipinas.
El pueblo conquense, en reconocimiento de su acto heroico, erigió un monumento en septiembre de 1970 para recordar la hazaña de su paisano. Una calle céntrica de la capital conquense también recuerda al héroe local.
VALLEJO, M.A., “Efemérides conquenses”, I. Minerva, Cuenca, 1979.
AMORES, M., “Los últimos de Filipinas: el héroe Gregorio Catalán Valero”.
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