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viernes, 10 de agosto de 2012

¿Y por qué no asalta usted las sedes de partidos y sindicatos?

A. Robles.- Sorprende el asalto a dos supermercados andaluces del diputado comunista de IU y alcalde de Marinaleda, Rafael Sánchez Gordillo. Denuncia el ‘Gandhi gañán’ de Andalucía que hay personas que pasan hambre y pretende a continuación que nos creamos la intención beatífica de su acción vandálica. Si a este gañan con pinta de guarro le importara de verdad el hambre de los andaluces, la dignidad de los andaluces, el futuro de los andaluces, sus andanadas bandoleriles tendrían que haberse dirigido a otros destinatarios.
Qué bien habría quedado el gañán y qué mayor credibilidad y peso moral tendrían hoy sus argumentos, si hubiese ordenado a sus mesnadas el asalto de algunas de las sedes sindicales o de algunos de los partidos políticos que han depredado la  economía nacional desde el inicio de la Transición hasta llevarla a su actual estado comatoso. Y quien dice sedes sindicales o partidarias dice cualquiera de esas ONGs, asociaciones, federaciones y consejos juveniles que han vivido todos estos años tan opíparamente a costa de las subvenciones que el Estado escatimó siempre a las familias.
Profundamente indignado frente a unos hechos que desdichadamente pueden colegirse como reales (el hambre de miles de españoles), Sánchez Gordillo debería haber lanceado a los individuos que han coceado a los españoles durante años y que no se encuentran en la gestión de las grandes superficies comerciales.
Hablamos de esos sindicatos subvencionados que han depredado miles de millones de euros de los sufridos españoles para mantener a una corte de vagos, liberados y maleantes de todo pelaje. Con el dinero estafado por los sindicatos al Estado en concepto por ejemplo de cursos de formación que nunca llegaron a darse, o de promociones de viviendas que nunca llegaron a construirse, o en el mantenimiento de miles de gandules, eufemísticamente denominados liberados, el señor Gordillo dispondría de ingentes reservas económicas para alimentar durante años a todos los parados andaluces y a sus familias.
Y si el propósito del de Marinelada era utilizar ‘Mercadona’ para focalizar el contraste entre unos pocos privilegiados y unos muchos damnificados, nada mejor que haber allanado las sedes de los partidos pesebreros, incluido el suyo, al ser responsables directos del mayor expolio a los ciudadanos llevado nunca a cabo en un país europeo.
¿Acaso el farsante comunista pretende que establezcamos ahora una relación causa-efecto entre las grandes superficies comerciales y la crisis, dejando en barbecho la responsabilidad de políticos y sindicalistas?
¿Quiere que nos creamos que, en esta gravísima crisis, los de su casta no han tenido la misma culpa, desde el primer gorrón al último tonto inútil?
¿Cuántas toneladas de alimentos podrían haber sido dadas a familias sin recursos sin la existencia de ese pestilente entramado autonómico que el partido de Sánchez Gordillo se obstinó siempre en mantener a flote?
¿Cuántos mariscos de los deglutidos con hambre canina por el camarada Rodrigo Torrijos habrían sido suficientes para paliar las carencias de muchas familias?
¿Cuántos de los millones otorgados por el Estado a los partidos del pesebre, incluido el de Gordillo, habrían servido para poner freno a la indigencia extrema que padecen miles de compatriotas?
¿O acaso no habría bastado con evitar los robos institucionales, las comisiones, las recalificaciones, los casos de cohechos, los tráficos de influencias, las socaliñas millonarias… para que el PIB español y la renta per capita subieran algunos puntos?
¿Cuántos coches oficiales, cuánto personal de confianza, cuántas dietas, cuánto accionariado en patronatos, fundaciones y cajas de ahorros habrían bastado para alimentar a miles de bocas?
¿Cuántas alcaldesas comunistas tan corruptas como la de Manilva (Málaga), cuántos vicepresidentes autonómicos tan granujas como Diego Valderas, cuántas pantagruélicas mariscadas como las autoconcedidas en Bruselas por los magnates de Mercasevilla y el camarada Antonio Rodrigo Torrijos, cuántos pillastres tan grandes como el catalán Joan Saura… no son igual de responsables de las causas de esta crisis moral y económica que políticos tan zafios y demagogos como Sánchez Gordillo pretenden endosar a otros?
¿Acaso pretende convencernos de que esta crisis no ha tenido nada que ver con ellos? ¿A quién quiere engañar el gualtrapa de Marinaleda?
Así que mal haríamos con reírle las gracias a este canalla y mucho menos identificarnos con su impostura. Sánchez Gordillo es tan culpable de este desaguisado como el de la testa coronada y a la sazón líder de la casta. Así que lo que hay que hacer es terminar de una vez con estas bandas irresponsables que, en nombre de cosas tan sagradas como las penurias de los españoles que ellos mismos han provocado, se dedican a cometer actos que tienen su correspondiente calificación en el Código Penal.

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