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jueves, 19 de julio de 2012

Ramiro Ledesma Ramos y Blas Piñar analizan la estrategia separatista.


Ramiro Ledesma Ramos

Os traemos este certerísimo análisis de Ramiro Ledesma Ramos, recopilado por y desde el enfoque de Blas Piñar, respecto a las estrategias que urden los distintos separatismos que asolan España. Los mismos que la acosaban en la II República. Los mismos que la amenazan ahora. Antes, por una República sectaria de izquierdas, que, como en la dos legislaturas de ZP y en las legislaturas de pacto de Aznar (cuando comenzó a hablar catalán en sus círculo íntimos), concede a las autonomías con ínfulas separatistas, cualquier tipo de prevenda y concesión política y cultural que no hace más que sumar, como veremos en el análisis estratégico de Ramiro y Blas Piñar, pasos hacia el único objetivo de estos traidores: la separación de la Unidad de España y su independencia.

Cómo os comentamos, el análisis de Ramiro, ahora lo veréis, puede ser perfectamente extrapolable a la situación de las Autonomías de hoy día. Hecho que constata y argumenta Blas Piñar con su propia visión de este problema. Con sus propias inferencias y con citas de Ramiro traídas a colación.

Ramiro fragmenta las estrategias separatistas en tres estadios. La fase tres, corresponde a la independencia. Podréis descubrir por vosotros mismos, por vuestra experiencia política de españoles, y por la lectura de este texto, que España se encuentra, lamentablemente y desde un punto de vista estratégico separatista, en la fase dos, avanzada. Cómo un cancer, al borde de la metástasis.

El fallo judicial de hoy mismo del Tribunal Superior de Justica Catalán, a favor de la enseñanza pública en catalán en la Comunidad Autónoma de Cataluña, es otro pequeño paso hacia esa independencia.

Los separatistas, aupados en las instituciones, y a sus estatutos, siguen trabajando de modo firme, constante y tenaz. Cómo ha dicho hoy la portavoz para una Enseñanza en Catalán, su único objetivo final es que por Ley, la enseñanza pública se haga, en su totalidad y sin restricciones, en catalán. Si un ciudadano español quiere que sus hijos reciban la enseñanza básica y pública en español, debería pleitear con la Generalitat.

Cómo decimos, pasito a pasito, destruyen la Unidad de España, con el único objetivo de lograr la independencia.

Desgraciadamente, van ganando ellos.

El análisis de Ramiro, fue recogido en el texto de Blas Piñar "En recuerdo de Ramiro Ledesma Ramos", el cual forma parte del libro "Conversaciones con Ramiro" de María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca), publicado por Ediciones Nueva República.


Y recogía Blas Piñar de Ramiro... (las aseveraciones de Ramiro va en cursiva, en letra normal, corresponde al análisis de Blas Piñar)

Blas Piñar.

"La política separatista -según Ramiro- se propone realizar sus fines en tres etapas. Una, la actual. Encaramándose a los puestos de influencia (en las autonomías), y desde ella educar al pueblo en los ideales traidores. (La segunda), intervenir en la gobernación de España, en el Poder central,  con el propósito firme y exclusivo de debilitar, desmoralizar y hundir la unidad de nuestro pueblo, (del tal modo) que un día su voluntad separatista no encuentre en el pueblo hispano hundido e inerme la más leve protesta. La tercera etapa... consistirá en la separación radical.

Las dos primeras etapas del proceso separatista a que aludía Ramiro y que el Estado Nacional, que forjó la Cruzada, paró en seco, se hallan hoy en pleno ejercicio, amparadas por la Constitución del 6 de diciembre de 1978, por las lecturas anticonstitucionales que se han hecho de la misma y por los partidos que nos han gobernado. A tal fin, la exaltación mediática del Estado de las autonomías ha hecho posible, como Ramiro profetizó, que "una gran mayoría de españoles (crea) que el proceso disgregador de la periferia es una simple disputa por la forma que debe adoptar el Estado, cuando lo cierto es que lo que se perfila en el Estado de las autonomías y la consiguiente concesión de Estatutos es algo que desborda la configuración territorial de la nación, ya que si cada región o comarca (tienen) otro pequeño Estado, de un color al norte, de otro al sur, y de otro al oeste, nos parece una inconsciente invitación a que nuestras regiones edifiquen en el plano político y social una nueva torre de Babel, con su mismo final de confusión catastrófica. No se trata de una simple autonomía regional dentro del Estado, sino de reconocer una nacionalidad, una soberanía política frente a la soberanía española".


"La autoridades independentistas advierten que España perjudica gravemente la vida y la Butxaca..." Propaganda independentista de las Juventudes de Ezquerra Republicana de Cataluña. Estos tíos están en el Congreso de los Diputados y cobran subvenciones (para su Butxaca) y nuestra bendita Democracia y Constitución les permite decir que España es perjudicial para ellos, pero, a la vez, los tenemos que ver en el Congreso de los Diputados, aupados con nuestro dinero, y los tenemos que oir eructar sus exabruptos independentistas de pura sedición. Y es que no hay nada más tolerante y políticamente correcto que la democracia. Es moderno y conciliador aupar a estos traidores, pero si un patriota grita antes esto por la Unidad de España, es un fascista que fomenta la violencia y rompe las buenas maneras corropiendo la pacífica convivencia. Y desde Interregnum XXI nos preguntamos...¿Hasta cuando?

Prueba evidente de la puesta en marcha de las dos etapas a que nos estamos refiriendo, cuando escribo, es la "política de concesiones a los núcleos regionales que piden y reclaman autonomias, (lo que) equivale a defender el proceso histórico de la descomposición española... (y) a creer que España es una monstruosa equivocación de la Historia, siendo por tanto magnífico ir desmantelándola piedra a piedra hasta su aniquilamiento absoluto". Por eso, mientras perdure el actual sistema político, que se ha negado a dejar "desprovistas de raíces (a) las fuerzas que hoy postulan el relajamiento de los vínculos nacionales (y, añado yo, con los que dialoga, negocia, pacta, gobierna o cogobierna) seguirá viviendo el pueblo español su triste destino de pueblo vencido, sin dignidad histórica ni libertad auténtica".

El hecho de que el liberalismo y el socialismo sean ideológicamente los pilares del sistema coadyuba de modo decisivo al avance del proceso desintegrador del Estado, ya que el "primero defiende la existencia de partidos separatistas, con tal de que no hagan uso de la violencia (aunque -añado yo- puedan practicar el dolo, mediante el engaño de un lenguaje y de un comportamiento ambiguo y torticero), y el segundo, al menos, cuando hace suyo el marxismo, porque entiende que la Patria es un prejuicio burgués, a la que, con toda tranquilidad, se hace pedazos".

Por otra parte, en las dos primera etapas del proceso se debe salir "al paso de una tendencia peligrosísima, que con toda ingenuidad acepta un buen número de españoles. Indignados por la perpetua perturbación... exclaman: ¡Que se vayan de una vez! Esta pobre solución haría el juego rotundo a los traidores. Un pueblo que permite la desmembración de su territorio, y que otorga sin lucha patentes de nacionalidad a los núcleos insumisos, es un pueblo degradado, hundido en la vileza histórica, sin voluntad ninguna de conservación. Eso de ¡que se vayan de una vez! es una blasfemia".

Ante la posible separación radical, última etapa que pretenden los partidos nacionalistas de tres regiones autonómicas, "hay que alzar con valentía y coraje la bandera del patriotismo español, y proclamar, en nombre del mismo, y a los cuatro vientos que un Estado (que) no es intérprete de (la) unidad, (de España), ni la garantiza, ni la logra, es un Estado antinacional"

La descalificación verbal de ese Estado no es suficiente si no se le sustituye por un Estado al servicio de la Nación. Para ello, como hiciera Ramiro, es imprescindible una presencia organizada, varonil y coherente, que, tal y como él describe, comparezca en la vida pública para "ofrecer, sostener, afirmar y recobrar la unidad de España; y no como una consigna a la defensiva sino como una consigna revolucionaria".

Y ello, porque una "España sin unidad no existe, y sin la unidad de España, los españoles, todo el pueblo, caerán en la degradación moral más triste, y en la ruina económica más negra...; no hay, no puede haber tragedia comparable a la de un pueblo que asiste a la desaparición histórica de su Patria".

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